Muchas veces, después que la cortamos,
me hice el bocho y pensé que te quería.
Y tu perfil de mina silenciosa
jugando entre ratones sonreía.
¡Tanta biaba de mimos y de besos!
Me pregunto por qué, cuando me acuerdo,
te abrís como un capullo, propiamente,
y hay perfume francés en el recuerdo.
Es la cinta que guarda mi memoria,
la que al rebobinar, de tanto en tanto,
me muestra en color sepia antiguas horas
que sin saber por qué vuelven al canto.
¡Pero no! Ya comprendo este balurdo.
A través de tu imagen sólo evoco,
como en un viejo tango, aquellos años
que se han tomado el piro poco a poco.
Que a socavados rumbos han cantado
con sus versos de rante poesía.
Por eso ha sido que al pensar en ellos,
he llegado a pensar que te quería.
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